En una reciente conversación radiofónica, se le preguntaba a un empresario sobre el alcance y el impacto del controvertido «arancelazo» en su actividad. Tras detallar una serie de medidas de contención implementadas, reveló que el principal desafío que afrontaba su empresa en la actualidad no era otro que el elevado índice de absentismo laboral.
Si bien esta entrada se enmarca en el ámbito jurídico, resulta ineludible reconocer que la preocupación primordial del tejido empresarial radica, precisamente, en la problemática del absentismo. En consonancia con la perspectiva de aquel empresario, consideramos esencial mantener un diálogo constante y profundo sobre este fenómeno que, sin lugar a dudas, constituye el principal problema tanto para las empresas como para las personas que en ellas desarrollan su labor.
La situación actual, marcada por una tendencia al alza y, particularmente, por la forma en que se percibe, se aborda y se enfrenta el significativo desafío que representan los actuales niveles de absentismo, resulta absolutamente intolerable.
En un reciente viaje, tuve la oportunidad de conocer un singular sistema de responsabilidad total aplicado a la venta directa de productos regionales al borde de la carretera. En esta peculiar zona, se disponen puestos de venta de artículos artesanales diversos, desde sal de romero hasta mermeladas, caramelos y mostaza. Los potenciales compradores tienen la posibilidad de degustar los productos antes de adquirirlos, los cuales se encuentran expuestos de manera accesible.
Sin embargo, lo llamativo reside en la ausencia total de personal de atención; únicamente un letrero informa: “Elija el producto que desee, deposite el dinero en la cajita y tome el cambio si es necesario”. Personalmente, adquirí varios productos, deposité un billete de 20 euros y tomé mi cambio. Al observar el contenido de la caja, pude constatar que contenía un importe equivalente a más de 200 euros provenientes de ventas anteriores.
Si todos los agentes involucrados en el fenómeno que hoy nos concierne, no modifican su actual perspectiva y su sentido de la responsabilidad, es altamente probable que no podamos sostener el modelo vigente de gestión de las bajas laborales.
Sin la implementación de un plan global que fomente la concienciación y la responsabilidad entre los principales actores – Gobierno, Administración Sanitaria autonómica, Instituto Nacional de la Seguridad Social (INSS), empresas, sindicatos y, de manera especial, los trabajadores – solo lograremos avances marginales en el sistema.
A largo plazo, se vislumbra una dificultad creciente para mantener el esquema actual. Más aún, si analizáramos el “bien jurídico protegido” en las Incapacidades Temporales (IT), constataríamos que la salud de los trabajadores no solo se ve perjudicada por el sistema y defraudada por la falta de responsabilidad y sensibilidad en este ámbito, sino que la salud misma es un bien fundamental que debe ser protegido y promovido, erigiéndose como un elemento primordial para la productividad y la generación de riqueza. Y hoy no lo está siendo protegido.
Elevándonos por un instante sobre la apremiante necesidad de soluciones en este sentido, debemos insistir en que la entidad que sufraga la prestación de IT debe ser la misma que gestione integralmente tanto el aspecto asistencial como el de control. Asimismo, es imprescindible reclamar responsabilidad y honestidad a todos los implicados en la gestión de las IT, y quienes no actúen con la debida diligencia deben quedar al margen de la protección, facilitando los medios para corregir no solo la pronta recuperación de la salud de los trabajadores, sino también las conductas contrarias al uso responsable de la institución de la IT.
Resulta sorprendente que en una época como la actual, caracterizada por una creciente sensibilidad hacia diversas problemáticas, las medidas destinadas a proteger la salud de los trabajadores (cuando existe un problema de salud serio) encuentren una recepción tan adversa en ciertas instituciones y entre algunos interlocutores sociales.
Podría enumerar una extensa lista de situaciones absolutamente absurdas que se nos presentan como justificación para ignorar la magnitud del problema. Tal como señalaba en una jornada reciente, donde existía un consenso generalizado entre las empresas del sector en identificar el absentismo como el principal desafío en materia de Recursos Humanos, más allá de los pequeños avances que nos invitan a seguir trabajando, es imperativo continuar reivindicando la gravedad del problema de la salud de los trabajadores.
Debemos exigir posiciones claras sobre cómo reducir un absentismo que evidencia una situación pésima y lamentable en la forma en que España está abordando esta cuestión. Es crucial comprender que, o se implementan cambios de 180 grados en esta materia, o la situación solo puede deteriorarse aún más.
Son múltiples los factores que inciden en el absentismo laboral:
- 1) Factores externos al ámbito laboral, como la situación familiar y el contexto social y cultural. En este punto, destaca el papel crucial de la cultura de la sociedad y la responsabilidad personal en el uso adecuado de las prestaciones de IT.
- 2) Las prácticas del sistema de salud y la interacción entre los diversos interlocutores (incluyendo las inspecciones de servicios públicos de salud, el INSS, la legislación vigente y los procesos judiciales). Es fundamental una utilización eficiente de los recursos para el diagnóstico, tratamiento y recuperación eficaz de los trabajadores.
- 3) Las diferentes formas en que los diversos grupos de interés afrontan el problema del absentismo.
- 4) Una gestión eficaz y justa de los procesos de IT: justa en cuanto a su necesidad, estableciendo mecanismos de control sobre los abusos y usos inadecuados.
- 5) Los factores inherentes al propio trabajo y a las empresas (condiciones de trabajo, cultura de empresa, política y prácticas de Recursos Humanos).
- 6) Y un factor no menos importante, que se ha incrementado significativamente tras la pandemia: cierto “desencanto laboral” o falta de compromiso, que se acentúa con un comportamiento atípico cada vez más generalizado. La falta de valoración del propio trabajo no solo provoca una disminución del compromiso, sino también un mayor grado de insatisfacción personal que, en no pocos casos, desemboca en situaciones de salud mental.
En cada uno de estos factores podríamos profundizar extensamente, y sin duda llegaríamos a la conclusión de que todos y cada uno de ellos influyen de manera significativa en el fenómeno del absentismo.
En la década de los 90, con el objetivo de proteger la vida y la salud de los trabajadores, nuestro país protagonizó un cambio cultural esencial, cuya máxima expresión fue la Ley de Prevención de Riesgos Laborales. Hoy, resulta igualmente necesario volver a proteger adecuadamente la salud de los trabajadores, dejando de lado intereses electorales cortoplacistas. Es el Gobierno quien debe iniciar un cambio social profundo con respecto al concepto del “estar de baja”, priorizando una reforma legislativa sustancial en relación con este fenómeno.
Si todos los actores relacionados con el fenómeno que hoy debatimos no modifican su percepción y su sentido de la responsabilidad, es altamente probable que no podamos mantener el modelo actual de gestión de las bajas laborales. Solo resta cambiar el paradigma de forma radical: es imprescindible elaborar un plan global de concienciación, responsabilidad y reforma legislativa.
Resulta absurdo pretender mantener la visión, el sistema y la legislación en los términos actuales. Si el tema del absentismo no se convierte en una cuestión de Estado que afecte a todos y cada uno de los interlocutores, obligándonos a revisar, cambiar y modificar el sistema vigente, la única consecuencia será que se seguirá perjudicando la salud de los trabajadores.
Resulta especialmente significativo que a ello contribuyan de forma tan directa no solo las instituciones sanitarias (cuya justificación ontológica no es otra que la salud), sino también los Sindicatos (cuya misión es defender a los trabajadores), los empresarios (interesados en la competitividad) y el propio Estado, en sus diversas manifestaciones territoriales. Es fundamental situar en el centro de este asunto a la persona y a la empresa, procurando una mejor salud y una viabilidad empresarial que propicie la oportunidad de que los ciudadanos tengan un instrumento de realización profesional y personal, dejando a un lado las cuestiones de “poder político”, ideología o interés estratégico de quienes ejercen el poder.
Volviendo a mi experiencia de viaje: justo al lado de la caja donde se acumulaban más de 200 euros, había un pequeño cartel redactado en francés e inglés que decía: “Si se llevan el producto sin pagar, no podremos mantener esta manera de vivir que hemos tenido durante tantos años y que nos hace únicos”.
La complejidad del fenómeno del absentismo (incluyendo la incapacidad temporal) está directamente relacionada con la diversidad de factores que influyen en él. Sin embargo, existe un único aspecto que abarca todos esos factores y que puede resultar crucial para influir en ellos: la concienciación y la importancia que se le debe conceder a este fenómeno.
Y esto se puede materializar al convertirlo en una cuestión de absoluta prioridad de Estado. Solo si se establece esa prioridad, será posible reducir este fenómeno de manera efectiva. Por lo demás, no debemos desaprovechar ninguna oportunidad en la que se aborde aquello que realmente importa y afecta a las empresas, recordando de manera insistente que el principal problema que enfrentan las empresas hoy en día es EL ABSENTISMO LABORAL.